Aunque ya es práctica común el uso de datos biométricos en sistemas de acreditación de identidad, hay muchos mitos que se han creado alrededor de la posibilidad de falsearlos. Te contamos (y rebatimos) algunos de ellos.
Acreditar nuestra identidad ante autoridades en plataformas digitales o en sitios de trabajo es una práctica a lo que estamos acostumbrados. Para ello, lo más común era usar datos como el nombre y apellido, la fecha y lugar de nacimiento, la nacionalidad, un documento emitido por una autoridad, o en el caso de plataformas digitales como Google o redes sociales, un correo electrónico o un nombre de usuario seleccionado por nosotros.
Sin embargo, desde hace algunos años los sistemas de acreditación de identidad de personas se ha popularizado el uso de nuestros datos biométricos (huellas dactilares, rostro, iris, entre otros) para sumar certeza de que realmente somos quienes decimos ser y mitigar riesgos relacionados con la usurpación de identidad.
Justamente por la popularización en el uso de datos biométricos para acreditar identidad, han surgido algunos mitos sobre sus características que hoy aterrizaremos en realidades para ti:
Mito 1: Varias personas pueden tener los mismos datos biométricos
Realidad: Los datos biométricos en general son únicos en cada individuo, sin embargo, existen particularidades en algunos de ellos que podrían confundirse con duplicidades; pero veamos lo que sucede en los que hoy son más usados en sistemas de acreditación de identidad:
- Huellas dactilares, son únicas en cada persona y en cada dedo de las manos (¡y los pies!); ni siquiera hermanos gemelos tienen las mismas huellas. El dibujo de cada huella dactilar es realmente un patrón formado por las glándulas de secreción que se ubican en la yema de cada dedo las cuales tienen morfologías y ramificaciones distintas.
- Iris, por tratarse de un patrón que se forma a partir de vasos sanguíneos, es único en cada persona, inclusive es diferente en el ojo derecho y en el ojo izquierdo de la misma persona. Su disposición depende de factores tan únicos como la presión sanguínea, por lo que es prácticamente imposible que sea igual en dos personas.
- Rostro, podría ser la excepción que confirma la regla. No sólo en el caso de gemelos idénticos; sino también en personas de etnias específicas, cuyos rasgos faciales son muy parecidas entre familiares de línea directa. Sin embargo, tecnologías como el big data y la inteligencia artificial permiten analizar literalmente miles de detalles del rostro e identificar diferencias que pueden ser imperceptibles para el ojo humano.
Mito 2: Los rasgos biométricos cambian con la edad de la persona
Realidad: En reglas generales se mantienen a lo largo de la vida; sin embargo, al tratarse de rasgos físicos, algunos siguen en formación durante la niñez, pero una vez que la persona alcanza una edad aproximada de 12 años se mantienen en el tiempo. Por ejemplo:
- Huellas dactilares, se forman durante la gestación y se mantienen iguales durante toda la vida. Aunque con el paso de los años y la exposición a agentes químicos (productos de limpieza o tinta) pueden deteriorarse, sin embargo, se mantienen iguales. Sólo en caso de quemaduras o cortaduras profundas que alteren las yemas de los dedos, se pueden observar interrupciones en la forma, pero no cambios.
- Iris, también se forma durante la gestación y es distinto en cada ojo de la persona. Aunque en la primera infancia la cantidad de pigmento presente en el iris es mayor, esto no afecta los patrones que los hacen únicos; la dificultad en su captura en infantes hace que no sea utilizado en sistemas de acreditación de identidad en niños menores de 5 años.
En el caso de mujeres embarazadas se registran algunos cambios en el iris, pues en esa etapa se experimentan cambios hormonales y de circulación sanguínea que modifican temporalmente el patrón único de sus vasos sanguíneos, pero una vez finalizado el embarazo el iris vuelve a su estado natural.
- Rostro: En este caso si suceden cambios desde el nacimiento hasta prácticamente la adolescencia; por lo que como biométrico para acreditar identidad se utiliza a partir de los 12 años aproximadamente; la inteligencia artificial también es utilizada en sistemas de acreditación de identidad a partir de los rostros, pues pueden inferir cambios propios de la edad.
Mito 3: Los datos biométricos son fáciles de falsificar
Realidad: Aunque es posible crear máscaras o prótesis que copien algunos rasgos biométricos de las personas, los sistemas de acreditación de identidad son cada vez más sofisticados e incluyen tecnología que permite identificar que son falsos. Veamos ejemplos:
- Huellas dactilares: Cada huella dactilar es única por lo que en caso de copiarla se tendría que hacer de manera individual; sin embargo, los lectores de huellas dactilares cuentan en la actualidad con tecnología que les permite detectar “dedos falsos” creados a partir de imágenes, como por ejemplo imágenes en 2D o 3D o inclusive si la imagen capturada pertenece a una persona con vida.
- Iris: También es un patrón único en cada persona y su verificación se realiza de manera presencial y con una cámara de luz infrarroja, que permite ver los patrones únicos en el iris de cada ojo.
- Rostro: Si bien es cierto que hoy vemos máscaras que simulan con mucha precisión rostros, los sistemas de acreditación de identidad de personas utilizan tecnologías 3D que permiten analizar más de 40 mil puntos fisiológicos y suman certeza en la identificación de una persona.
En resumen, la tendencia global es que los sistemas de acreditación de identidad de personas sigan usando los datos biométricos para identificarlas. La certeza de que la persona que los porta es realmente quien dice ser es muy alta con respecto a la identificación a partir de datos como nombres, nacionalidad o número de un documento; que sean únicos y estables en el tiempo facilita a las instituciones y a las personas su usabilidad.
La tendencia es a usar más de un rasgo biométrico para acreditar identidad; pues con cada rasgo adicional se suma certeza de que la persona es quien dice ser. En sistemas que sólo se basan en huellas dactilares, los más robustos usan los diez dedos, mientras que en sistemas de identidad nacional como la emisión de pasaportes o el que se utiliza en el SAT para la emisión de la e.firma se utilizan las 10 huellas, el iris y el rostro.